Guante de seda...

Mientras Valórum observaba como la puerta se iba cerrando a la espalda del Lobo Espacial, un leve zumbido alcanzó su oído. Un servocráneo emergió de entre las sombras, situándose junto al hombro del inquisidor.

- No debería permitir que le hable así, señor - dijo el artefacto con voz metálica carente de emoción.
- Los Lobos Espaciales son como niños, es necesario dejar que piensen que tienen el mando sobre sus acciones. Los Lobos no hacen las cosas si se les ordenan, ellos hacen las cosas porque ELLOS quieren. Es un principio básico que se debe conocer. Simplemente hay que hacerles creer que lo que nosotros queremos es lo que ellos quieren.
- ¿Entonces el 41º de Cadia...?
- Llegado el momento serán los lobos los que corran buscando su presa y reclamando su sangre -. Dijo Valórum con un tono de condescendencia casi paternal mientras esbozaba una sonrisa cruel..
- ¿Pero, cómo?
- Ya me he encargado de poner el señuelo. Los hilos que se deben mover para garantizar la supervivencia de nuestro dominio en ocasiones requiere hacer tratos con gente indeseable.
- ¿Y referente al objeto encontrado en las criptas? Preguntó el artefacto mientras giraba en torno a los hombros del Inquisidor.
- No pienso arriesgar mi nave y mi vida transportando un artefacto tan sumamente peligroso. Si ese arrogante lobo supiese para qué sirve, seguramente no lo querría tener cerca. Dejemos que sean ellos los que se jueguen el pellejo. Más adelante buscaremos la forma de recuperarlo.

Sonó un estampido sónico lejano que sacudió el suelo y con ella la estructura, haciendo que la débil luz existente parpadease durante unos segundos.

- Parece que han comenzado los combates. Liyanna ve iniciando los protocolos de despegue y activa los escudos de camuflaje, nos largamos de aquí inmediatamente. Hay otros asuntos más urgentes que tratar.
- Como ordene señor. La nave estará lista en 3 minutos - anunció el servocráneo, mientras la capa del Inquisidor flotaba a su espalda conforme éste avanzaba con grandes zancadas hacia el hangar.