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lunes, 1 de septiembre de 2014

Cuando Terra ha perdido toda esperanza...



 Los ocasionales pitidos de las holo-pantallas escupiendo datos tratan de distraerme de mis pensamientos... ¿Qué tiene este maldito planeta para haber llamado la atención de enemigos tan dispares como la  Legión Negra, los Orkos e incluso al Gran Devorador? Siento que la repuesta está muy cerca, en las profundidades de esta fortaleza hemos encontrado un artefacto, escondido en lo más recóndito de sus entrañas quizás esté la piedra angular que nos lo aclare todo. Tenemos que descifrarlo. Mi mejor hombre, Sturlusson, está en ello. Nunca me ha fallado.
Las compuertas se abren sin previo aviso y entra en la cámara el Inquisidor Valorum acompañado de sus dos asesinas del culto de la muerte; las he visto en acción en la defensa de Leptis, a pesar de esa delicada apariencia no son para tomarlas a broma.
- ¿Qué ocurre Valorum?  Lo interpelo antes que pueda siquiera abrir la boca
-Señor Inquisidor Valorum. Responde petulante. No lo fue tanto cuando mis cazadores le salvaron el pellejo en las afueras de Leptis durante la incursión Necrona.
-Tenemos asuntos graves que tratar Capitán. Como comandante en jefe de las fuerzas de defensa de Ispaal... No le dejo continuar. No por deliberadamente alterar mi rango, sino por las atribuciones que se hace.
-La Inquisición no tiene potestad sobre los Hijos de Fenris, Valorum. Y lo sabes. Ahórrate las exigencias y expón claramente qué quieres.
Me divierte ver como el otrora impertérrito rostro del Inquisidor se contrae con una mueca de ira. Pero no puedo seguir jugando, hay cosas más importantes y aunque ninguno de los dos lo queramos, ambos nos necesitamos. Valorum retoma su discurso:
-El artefacto ¿Habéis descifrado su utilidad? ¡Está manchado por la disformidad, tiene que custodiarlo alguien apropiado! ¡Lo reclamo en nombre de la Santa Inquisición y la Eclesiarquía!
Respiro profundamente antes de responderle de la manera más calmada posible
- He perdido muchos hombres, buenos hombres, tomando y defendiendo esta ciudad y esta fortaleza. El artefacto será parte de nuestro botín de guerra. Nuestros Sacerdotes Rúnicos saben cómo purificarlo de la mácula del caos. Ni sueñes con ponerle una mano encima.
Valorum parece a punto de estallar, sus asesinas se mueven nerviosas, evalúan las amenazas, parecen a punto de lanzarse al ataque. Mis guardias del lobo, que han permanecido en un segundo plano, se preparan para actuar, pero con un leve gesto les retengo. Sigo hablando.
- Pero no hay que discutir entre aliados, te dejaré que acompañes a Sturlusson mientras lo introducen en la campana de éxtasis y lo embarcamos; podrás ver que está debidamente sellado y asegurado. Si eso te place puedes ir ahora mismo.
Eso parece aplacarlo un poco. Pero vuelve a la carga con otro el otro tema. Ese me preocupa más.

-Bien, ese asunto podrá esperar unos minutos pues. Por otro lado, respecto a los hombres del 41 de Cadia que están luchando en Ispaal. Han estado demasiado expuestos a la corrupción traidora, no podemos correr riesgos, acabo de recibir la aprobación para el auto purificatoris y cuando la lucha cese serán liberados de su carga y sus secretos en el fuego purificador de la Eclesiarquía.
Llevo esperando y temiendo por estas noticias demasiado tiempo. La furia y la ira pugnan salvajemente por salir de mi interior, pero las contengo. Esta es la manera de hacer las cosas de la Inquisición. Estos hombres de Cadia han luchado junto a nosotros como verdaderos hermanos de armas, han derramado su sangre con la nuestra y así es cómo les paga la Eclesiarquía. Por miedo a que propaguen rumores sobre la herejía y el caos allí dónde vayan, son “purificados” dicen. Aún recuerdo como al final de la Primera Guerra por Armageddon, cuando yo apenas era un garra sangrienta, todos los regimientos del Astra Militorum involucrados, cientos de miles de hombres, veteranos de la guerra, fueron sacrificados para mantener la ilusión de la inexistencia del Caos, los Demonios, la Herejía… ¡Cómo si el desconocimiento fuera a servir de algo! Ni siquiera la intervención del Gran Lobo, que casi provoca otro enfrentamiento con la Eclesiarquía, pudo salvar a aquellos desdichados. Si esta es la respuesta de la Inquisición ¿Qué sentido tiene entonces luchar y morir por este mundo? ¿Por qué no ordenar el Exterminatus y mirar a otro lado? No, la avaricia de estos hombres no tiene fin, pretenden saquear todas las reliquias, artefactos, objetos que puedan, todo aquello susceptible de darles más poder. Para ello no dudan en llevarnos al matadero o eliminarnos después cuando ya no les hacemos falta.
No, Valorum! No te dejaremos realizar tu auto purificatoris. Y no me vengas con que nos acusarás de herejía, sabes que no te servirá de nada.
-¡Pero no podemos dejar que cuenten todo lo que han visto! ¡Los enemigos y horrores que han presenciado! La población debe permanecer ignorante ante ese conocimiento, es mejor para ellos.
- ¿Ignorantes para que podáis seguir manipulándolos a vuestro antojo? ¿Para seguir acumulando poder?¿ Acaso pretendéis purgar también las ciudades de Leptis, Matritum, Abula y Consabura? En todas ellas se ha luchado y los civiles han visto al enemigo ¿Pretendes arrasar las ciudades y las almas que con tanto esfuerzo hemos defendido? Hubiera sido más sencillo ordenar el Exterminatus y bombardear este maldito planeta hasta sus raíces.
Su silencio y una leve mueca de pesar en su rostro le delatan. Si han llegado hasta este extremo, el fin está muy próximo. No puedo quitar de mi mente el recuerdo de todos mis hermanos lobo que han derramado su sangre en este planeta o de los desconocidos hombres de Cadia, o los Ultramarines y Puños Imperiales. Su sacrificio no puede ser en vano. Vinimos aquí para salvar los millones de vidas de este planeta y en ello hemos empeñado las nuestras, no para que estos advenedizos nos manipulen y utilicen a su antojo.
-Valorum, si das esa orden, yo mismo te aplastaré con mi martillo.
Pretende responder, pero una comunicación de radio entrante nos interrumpe.
-Aquí Sturlusson. Cargas de demolición colocadas; paquete envuelto y listo para embarcarse hacia la Mensajera de Morkai. A la espera de órdenes. Sturlusson cambio.
La cara de estupefacción de Valorum es para enmarcarla. Apenas logra balbucir unas palabras.
-¿Queréis volar la fortaleza? Pensaba estudiarla para conocer más al enemigo, buscar más artefac…
No consigue terminar, porque otra comunicación casi nos atropella.
- Aquí Thengir. Enemigo aproximándose desde el Noroeste, traidores de los Hijos del Emperador, al menos tres blindados medios, y un pájaro. En pocos minutos estará sobre nuestra posición. Thengir cierro.
-¿Quieres conocer más al enemigo, Valorum? Aquí tienes una perfecta lección de primera mano.
No puedo evitar un poco de ironía. Veremos si Valorum disfruta estudiando  a estos enemigos. Sus asesinas sí que lo van a pasar bien, espero. Comunico por radio.
-Aquí Escudofirme, a todas las unidades. Manadas Druidpeek y Blacktail tomen posiciones en perímetro defensivo, manada Ulverstad conmigo. Que los servidores se sitúen junto a las cargas de demolición y que el Sacerdote de Hierro se mantenga mi señal a la espera de detonarlas. Manada Svarthale en alerta 5 desde la Mensajera de  Morkai para intervención en cápsula de desembarco. Escudofirme cierro.
-Vamos Valorum, es hora de luchar por la Humanidad, si es que eso os dice algo.

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