Los ocasionales pitidos de las holo-pantallas escupiendo
datos tratan de distraerme de mis pensamientos... ¿Qué tiene este maldito
planeta para haber llamado la atención de enemigos tan dispares como la Legión Negra, los Orkos e incluso al Gran
Devorador? Siento que la repuesta está muy cerca, en las profundidades de esta
fortaleza hemos encontrado un artefacto, escondido en lo más recóndito de sus
entrañas quizás esté la piedra angular que nos lo aclare todo. Tenemos que
descifrarlo. Mi mejor hombre, Sturlusson, está en ello. Nunca me ha fallado.
Las compuertas se abren sin previo aviso y entra en la
cámara el Inquisidor Valorum acompañado de sus dos asesinas del culto de la
muerte; las he visto en acción en la defensa de Leptis, a pesar de esa delicada
apariencia no son para tomarlas a broma.
- ¿Qué ocurre
Valorum? Lo interpelo antes que
pueda siquiera abrir la boca
-Señor Inquisidor
Valorum. Responde petulante. No lo fue tanto cuando mis cazadores le
salvaron el pellejo en las afueras de Leptis durante la incursión Necrona.
-Tenemos asuntos
graves que tratar Capitán. Como comandante en jefe de las fuerzas de defensa de
Ispaal... No le dejo continuar. No por deliberadamente alterar mi rango,
sino por las atribuciones que se hace.
-La Inquisición no
tiene potestad sobre los Hijos de Fenris, Valorum. Y lo sabes. Ahórrate las
exigencias y expón claramente qué quieres.
Me divierte ver como el otrora impertérrito rostro del
Inquisidor se contrae con una mueca de ira. Pero no puedo seguir jugando, hay
cosas más importantes y aunque ninguno de los dos lo queramos, ambos nos
necesitamos. Valorum retoma su discurso:
-El artefacto ¿Habéis
descifrado su utilidad? ¡Está manchado por la disformidad, tiene que
custodiarlo alguien apropiado! ¡Lo reclamo en nombre de la Santa Inquisición y
la Eclesiarquía!
Respiro profundamente antes de responderle de la manera más
calmada posible
- He perdido muchos
hombres, buenos hombres, tomando y defendiendo esta ciudad y esta fortaleza. El
artefacto será parte de nuestro botín de guerra. Nuestros Sacerdotes Rúnicos
saben cómo purificarlo de la mácula del caos. Ni sueñes con ponerle una mano
encima.
Valorum parece a punto de estallar, sus asesinas se mueven
nerviosas, evalúan las amenazas, parecen a punto de lanzarse al ataque. Mis
guardias del lobo, que han permanecido en un segundo plano, se preparan para
actuar, pero con un leve gesto les retengo. Sigo hablando.
- Pero no hay que
discutir entre aliados, te dejaré que acompañes a Sturlusson mientras lo
introducen en la campana de éxtasis y lo embarcamos; podrás ver que está
debidamente sellado y asegurado. Si eso te place puedes ir ahora mismo.
Eso parece aplacarlo un poco. Pero vuelve a la carga con
otro el otro tema. Ese me preocupa más.
-Bien, ese asunto
podrá esperar unos minutos pues. Por otro lado, respecto a los hombres del 41
de Cadia que están luchando en Ispaal. Han estado demasiado expuestos a la
corrupción traidora, no podemos correr riesgos, acabo de recibir la aprobación
para el auto purificatoris y cuando la lucha cese serán liberados de su carga y
sus secretos en el fuego purificador de la Eclesiarquía.
Llevo esperando y temiendo por estas noticias demasiado
tiempo. La furia y la ira pugnan salvajemente por salir de mi interior, pero
las contengo. Esta es la manera de hacer las cosas de la Inquisición. Estos
hombres de Cadia han luchado junto a nosotros como verdaderos hermanos de
armas, han derramado su sangre con la nuestra y así es cómo les paga la
Eclesiarquía. Por miedo a que propaguen rumores sobre la herejía y el caos allí
dónde vayan, son “purificados” dicen. Aún recuerdo como al final de la Primera
Guerra por Armageddon, cuando yo apenas era un garra sangrienta, todos los
regimientos del Astra Militorum involucrados, cientos de miles de hombres,
veteranos de la guerra, fueron sacrificados para mantener la ilusión de la
inexistencia del Caos, los Demonios, la Herejía… ¡Cómo si el desconocimiento
fuera a servir de algo! Ni siquiera la intervención del Gran Lobo, que casi
provoca otro enfrentamiento con la Eclesiarquía, pudo salvar a aquellos
desdichados. Si esta es la respuesta de la Inquisición ¿Qué sentido tiene
entonces luchar y morir por este mundo? ¿Por qué no ordenar el Exterminatus y
mirar a otro lado? No, la avaricia de estos hombres no tiene fin, pretenden saquear
todas las reliquias, artefactos, objetos que puedan, todo aquello susceptible
de darles más poder. Para ello no dudan en llevarnos al matadero o eliminarnos
después cuando ya no les hacemos falta.
-¡No, Valorum! No te
dejaremos realizar tu auto purificatoris. Y no me vengas con que nos acusarás
de herejía, sabes que no te servirá de nada.
-¡Pero no podemos
dejar que cuenten todo lo que han visto! ¡Los enemigos y horrores que han
presenciado! La población debe permanecer ignorante ante ese conocimiento, es
mejor para ellos.
- ¿Ignorantes para que
podáis seguir manipulándolos a vuestro antojo? ¿Para seguir acumulando poder?¿
Acaso pretendéis purgar también las ciudades de Leptis, Matritum, Abula y
Consabura? En todas ellas se ha luchado y los civiles han visto al enemigo
¿Pretendes arrasar las ciudades y las almas que con tanto esfuerzo hemos
defendido? Hubiera sido más sencillo ordenar el Exterminatus y bombardear este
maldito planeta hasta sus raíces.
Su silencio y una leve mueca de pesar en su rostro le
delatan. Si han llegado hasta este extremo, el fin está muy próximo. No puedo
quitar de mi mente el recuerdo de todos mis hermanos lobo que han derramado su
sangre en este planeta o de los desconocidos hombres de Cadia, o los
Ultramarines y Puños Imperiales. Su sacrificio no puede ser en vano. Vinimos
aquí para salvar los millones de vidas de este planeta y en ello hemos empeñado
las nuestras, no para que estos advenedizos nos manipulen y utilicen a su
antojo.
-Valorum, si das esa
orden, yo mismo te aplastaré con mi martillo.
Pretende responder, pero una comunicación de radio entrante
nos interrumpe.
-Aquí Sturlusson.
Cargas de demolición colocadas; paquete envuelto y listo para embarcarse hacia
la Mensajera de Morkai. A la espera de órdenes. Sturlusson cambio.
La cara de estupefacción de Valorum es para enmarcarla.
Apenas logra balbucir unas palabras.
-¿Queréis volar la
fortaleza? Pensaba estudiarla para conocer más al enemigo, buscar más artefac…
No consigue terminar, porque otra comunicación casi nos atropella.
- Aquí Thengir.
Enemigo aproximándose desde el Noroeste, traidores de los Hijos del Emperador,
al menos tres blindados medios, y un pájaro. En pocos minutos estará sobre
nuestra posición. Thengir cierro.
-¿Quieres conocer más
al enemigo, Valorum? Aquí tienes una perfecta lección de primera mano.
No puedo evitar un poco de ironía. Veremos si Valorum
disfruta estudiando a estos enemigos.
Sus asesinas sí que lo van a pasar bien, espero. Comunico por radio.
-Aquí Escudofirme, a
todas las unidades. Manadas Druidpeek y Blacktail tomen posiciones en perímetro
defensivo, manada Ulverstad conmigo. Que los servidores se sitúen junto a las
cargas de demolición y que el Sacerdote de Hierro se mantenga mi señal a la espera
de detonarlas. Manada Svarthale en alerta 5 desde la Mensajera de Morkai para intervención en cápsula de
desembarco. Escudofirme cierro.
-Vamos Valorum, es
hora de luchar por la Humanidad, si es que eso os dice algo.
El lobito se ha venido arriba!
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