IX699811698 - I999. Comienzo de la transcripción
Del Oficial Laertes, al mando del 3er cuerpo de asalto del 41º de Cadia,
al Comandante Argantonius encargado de la defensa de Ispaal-I5:
Lamento el retraso, mi Señor, pero el recuento de tropas y los datos desde el otro hemisferio han tardado en llegar. Procedo a elaborar el informe de la Operación:
Tal y como se preveía, la concentración de criaturas xeno en los alrededores de Abula se había incrementado. La cercanía del foco principal de la infección supone una seria amenaza para la ciudad. Contando con ello, las tropas aliadas tomaron posiciones en las ruinas de las afueras, confiando detener el avance de plaga.
Aprovechando una brecha en la disformidad, tropas herejes lograron aproximarse a nuestras posiciones, por lo que el número de enemigos se multiplicó, al tener que enfrentarnos no sólo a los insectos, sino a los Amos de la Noche, quienes haciendo gala de sus habilidades para la infiltración, nos sorprendieron a las mismas puertas de la ciudad...
La lluvia de fuego a que se vió sometida la plaga de cucarachas no bastó para detener su avance, reforzado por nuevos apoyos que desembarcaban desde esporas gitantescas que cruzaban los cielos, o enormes insectos que surgian del mismo suelo, con lo que el enemigo logró alcanzar nuestra línea de defensa.
Sólo la férrea disciplina impuesta por los Comisarios permitió a nuestras tropas soportar el horror que suponía enfrentar tales enemigos. La cadena de mando logró reponer la formación y garantizar una cadencia de fuego tal que las criaturas empezaron a ser abatidas, debilitándose su empuje inicial.
Gran parte del peso del combate cuerpo a cuerpo recayó sobre el capítulo de los Puños Imperiales. Los astartes se abalanzaron sobre los objetivos controlados por el enemigo a campo descubierto, sin importar el riesgo y alentando a nuestras tropas a seguir su ejemplo. Ellos tuvieron que vérselas contra lo peor del enemigo: sus hermanos traidores y las criaturas de la disformidad. Resistieron hasta el último hombre, aniquilaron a cuantos se opusieron en su camino, y su sóla presencia bastó para asegurar nuestro flanco.
El enemigo fue expulsado de Abula. Los herejes desaparecieron tan silenciosamente como habían llegado, y la plaga fue aniquilada hasta el último insecto. Desgraciadamente, esto no garantiza la seguridad de la ciudad, pues el el enemigo aún no ha sido rechazado del planeta.
No podemos dejar de mostrar nuestra preocupación por el nuevo aliado. Esta raza xeno, los Tau, si bien su ayuda se antoja indispensable en estos momentos, cuenta con un arsenal nada despreciable, muy a tener en cuenta a la hora de un posible conflicto...
El Emperador, amado por todos, proteja a aquellos que le sirven
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