Las noticias eran desoladoras. Lo que en un principio parecía una oportunidad para librarse del incesante parloteo del Psíquico Primaris asignado a la Capital, Valaj Ione, y su histriónico coro de acólitos, empezaba a tornarse en pesadilla...
Daba la sensación de que todo el planeta había sucumbido a una especie de locura colectiva. Los recientes vuelos de reconocimiento informaban sobre expediciones del resto de enemigos y aliados, que parecían dirigirse hacia el mismo lugar, convergiendo hacia ambos polos del planeta. Incluso se habían detectado enfrentamientos entre algunas de las razas xeno que hasta ahora se habían mostrado como aliados circunstanciales... En esta loca carrera, el vencedor seguía sin pausa hacia su destino... pero el ejército derrotado, tras apartarse de la ruta, tras un rodeo, volvía a retomar el rumbo... ¡todo el planeta parecía haberse contagiado del discurso apocalíptico del psíquico!
Ahora lamentaba la actitud decidida del joven Comandante Rodrius de Vivar, quien vió en esta misión una oportunidad para hacer méritos, y dió un paso adelante cuando se solicitó un voluntario para dirigirla. Su elección para la configuración del convoy había sido impecable: sentinels acorazados como avanzadilla de reconocimiento, apoyo y transporte aéreo, un pelotón mecanizado de veteranos de las guerras de Armaggeddon expertos en demolición, un pelotón de infantería con comisarios asignados para garantizar la moral de las tropas, dotaciones de armas pesadas, un tanque antiinfantería, piezas de artillería de largo alcance para bombardear las posiciones enemigas, incluso personal del Mechanichum para asegurar el correcto funcionamiento de las mismas, y como no, Valaj y su séquito de apredices...
De haber tomado en serio al psíquico, Argantonius podría haber supervisado los preparativos de la misión, aconsejando al propio Rodrius, trazar un plan más elaborado,...
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Expedición del 41º de Cadia atravesando el Bosque Superior |