Las tropas deberían volver a los cuarteles antes de que el calor asfixiante del verano les encontrase en medio de una campaña que sólo dejaría muerte y desolación. El problema era que las tropas de Leptis se encontraban sitiadas, pero contaba que los enemigos no conocían como él el clima del planeta y podrían verse sorprendidos por las enormes temperaturas y aflojarían la presión sobre la Ciudad.
Se aproximaban días demasiado largos y de poca actividad bélica, pero debía aprovechar aquellos momentos para reestudiar la Campaña.
Tenía nuevos informes de sus exploradores, los que se enviaron a investigar las cuevas en las que se perdía el rastro de las últimas tropas del 88º de Follax IV, antes de que decidieran volver a su planeta. Decían que se notaba una fuerte "sensación" de malestar mental en las cuevas, que se notaba algo en su interior, pero que realmente no eran cuevas.
Hablaban de cámaras subterráneas de dimensiones de pueblos grandes, de extensiones de kilómetros y kilómetros. Daban a entender de la existencia de un subplaneta bajo el planeta. Su consejo, liderado en este tema por el psíquico primaris asignado a su mando, Valaj Ione, había acordado enviar a la zona una partida de combate. Básicamente se trataba de un Cuerpo de Asalto potenciado y dotado de un cuerpo de mecánicos para reparar armas, equipo y vehículos, ya que no contarían con apoyos de la superficie. Era el momento propicio. No sabía cuánto duraría ese año el calor y los enemigos retomarían el asalto.
Era el momento de encontrar aquello de lo que hablaban las leyendas antiguas, aquello por lo que los anteriores habitantes del planeta lo habían horadado, aquello que el propio Valaj deseaba con todas sus fuerzas, aquello que podría suponer el golpe definitivo a sus enemigos, lograr la victoria en la campaña y conseguir su ansiada vuelta a su verdadero hogar.
